A TU MEMORIA GRAN JEFE FEDERAL. "Sólo cuatro personas acompañaron a la tumba los restos mortales de quien fuera ilustre caudillo en tierras del Plata: José Artigas. No hubo ni siquiera cortejo fúnebre para este oriental que muere, a los treinta años justos de su expatriación, en la más absoluta pobreza y en el mayor de los desamparos. Mientras tanto, sus compatriotas siguen sin encontrar una fórmula de convivencia que les permita vivir en paz. Artigas ha muerto en el lugar que él mismo eligió. Se negó a volver, a pesar de los pedidos insistentes de las autoridades de su país. Cuando el gobierno paraguayo le hizo saber de que estaba en libertad de hacer lo que quisiera, el anciano expresó su deseo de que le permitieran pasar aquí el resto de sus días. Fue contemplado su pedido. Vivía de limosnas. Así se lo dijo el mismo Beaure Rohan, un oficial del cuerpo de ingenieros del Brasil, que lo conoció en 1847. En sus notas de viaje, el militar pintó de Artigas eta última, triste imágen: "En los arrabales de Asunción existen muchas chacras. En una de ellas visité hoy, viejo y pobre, pero lleno de recuerdo de gloria, a aquél guerrero tan temible antes, en las campañas del Sur, el afamado D. José Artigas...No me cansaba de estar frente a frente de este hombre temido, de cuyas hazañas había oído hablar desde mi infancia y que de mucho tiempo atrás le creía muerto. Por su parte, no se manifestó menos satisfecho el anciano, al saber que me conducía a su morada la fama de sus hazañas. Entonces me preguntó risueñamente: "¿Mi nombre suena todavía en su país, de usted?". Y habiéndole contestado afirmativamente, dijo después de una pequeña pausa: "Es lo que me queda después de tantos trabajo; hoy vivo de limosnas." Artigas murió repentinamente a los 86 años de edad." Asunción, 24 de setiembre de 1850
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