Contexto: El Padre de la Patria enterado del asesinato de Dorrego y embarcado de incógnito a bordo del "Chichester" en los primeros dias de febrero de 1829, partía dolido de la rada del puerto porteño -a causa de tales males y la guerra civil interminable- rumbo a Montevideo y de ahí volver a europa. En su paso por Río de Janeiro se entera de la Revolución del 1 de diciembre de 1828 y en Buenos Aires ya la decisión de volverse al viejo continente estaba tomada. Nunca tocó tierra. Desde Montevideo y aprontado a resolver cuestiones de carácter administrativo, recibió la visita de dos delegados del León de Riombamba. El coronel Eduardo Trolé y Juan Andrés Gelly. Le solicitaban en nombre de Lavalle, que aceptara el gobierno de Buenos Aires, ya que él era el único que podía unir a los argentinos. San Martín que sabía que en realidad ello era tomar partido por una facción y siempre recalcó que jamás desenvainaría su sable en guerras civiles, no aceptó, como también supo rechazar a federales. El Libertador mantenía fuertemente sus ideas monárquicas a la sazón de nunca imponer nada por las armas y menos pelear de un lado u otro bando. El mismo Libertador desechó amablemente y también algo defraudado tal ofrecimiento y escribió a Lavalle. En el final de la carta donde agradece y explica con modos serios y gravosos los porqué, termina diciendo: "... me iré a Río de Janeiro y de allí a Europa, alejándome así de un teatro al que estoy ligado por tantos vínculos y cuyas desgracias me afectan tanto..."
A continuación el desaire de Lavalle y la contundente respuesta de don José:
"Su actitud me revela o que la patria no le inspira ya interés o que desespera Ud. de su salud". (Lavalle a San Martín)
A lo que San Martín le replicó:
"La primera hipótesis me ofende, hablo a Ud. con franqueza, general; la segunda no existe. Un solo caso podría llegar en que yo desconfiase de la salud del país; cuando viese una casi absoluta mayoría en él, por someterse otra vez al infame yugo de los españoles... Más o menos males, más o menos progresos en nuestra ambición; he aquí lo que resultará de nuestras disensiones. Es verdad que las consecuencias más frecuentes de la anarquía son las de producir un tirano..., más aún en este caso tampoco desconfiaría de su salud, porque sus males estarían sujetos a la duración de la vida de un solo hombre".
Ricardo Geraci Fuente de las cartas: Carlos Ibarguren/ J.M de Rosas, su vida, su drama, su tiempo. Ediciones Theoría
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