La Batalla de San Carlos, uno de los treinta pueblos de las misiones guaraníes, se inscribe en la gesta heroica de Don Andrés Guacurarí Artigas y la adhesión del pueblo misionero a los principios del federalismo artiguista. Junto a las batallas de Candelaria, Apóstoles, Saladas, etc., el episodio de San Carlos forma parte del escenario de la guerra por la independencia y la autodeterminación de los pueblos, donde la población de Misiones encontró el cauce natural a sus aspiraciones políticas ancestrales.
Luego de que las tropas guaraní-misioneras vencieran a los portugueses en la Batalla de Apóstoles el 2 de julio de 1817, el pueblo de San Carlos se convirtió en el lugar donde se concentró gran parte de la población misionera de los pueblos costeros del alto Uruguay, como ser San José, Apóstoles, Concepción, Santa María la Mayor, Mártires y San Javier, intentando reorganizar los pueblos y el territorio que había sido saqueado, destruido e incendiado en las invasiones portuguesas de los meses de enero y febrero de 1817.
Pero en marzo de 1818 las tropas portuguesas del Brigadier Francisco Das Chagas Santos, compuestas por 800 soldados, volvían a cruzar del río Uruguay desde San Borja para introducirse nuevamente en el territorio occidental del río Uruguay. El objetivo: caer violentamente sobre el pueblo de San Carlos y aniquilar a las tropas federales guaraní-misioneras que allí se hallaban acantonadas con un refuerzo de un contingente correntino comando por Serapio Rodríguez.
El 31 de marzo de 1818 las tropas portuguesas comenzaban a acercarse al pueblo. Tratando de utilizar la misma estrategia que en Apóstoles el 2 de julio de 1817, una partida de guaraní-misioneros comandados por el capitán José Martín Aranda, intentaron frenar el avance del invasor en las afueras del pueblo. Ambas fuerzas chocaron en un combate en un sitio cercano a los terrenos en donde hoy se encuentra el cementerio de San Carlos. Las tropas misioneras fueron derrotadas en el avance, muriendo inclusive en el combate el capitán José Martín Aranda.
Comenzó entonces aquel 31 de marzo el asedio portugués al pueblo de San Carlos, un asedio que se extendió por casi una semana completa. El pueblo fue sitiado por los portugueses y las tiras de viviendas que rodeaban la plaza fueron tomadas. A los pobladores, combatientes misioneros y correntinos no les quedó otra opción que fortificarse en el edificio más seguro, el templo de la reducción, convirtiéndolo con sus gruesos y altos muros en un bastión de resistencia.
Fortificados con todos sus pertrechos en el interior del templo los pobladores ofrecieron una tenaz resistencia a los portugueses que se extendió por una semana, hasta que en un arriesgado ataque los portugueses pudieron incendiar la techumbre de la iglesia, con la terrible consecuencia que el fuego alcanzó el polvorín que se hallaba en el interior, lo cual generó un trágica explosión. El desenlace se dio en esa circunstancia con una ataque masivo y sin piedad de las tropas portuguesas que no perdonó vidas. La tumba colectiva con centenares de cadáveres que se halló en la década de 1970 detrás del templo moderno de San Carlos expresa con toda crudeza la tragedia humana vivida en aquellos momentos. Luego de completar su obra de destrucción sobre San Carlos y antes de regresar a San Borja los portugueses se dirigieron hacia San José y Apóstoles, donde destruyeron e incendiaron lo que aún quedaba de aquellos pueblos. AUTOR: Esteban Ángel Snihur Profesor y Licenciado en Historia, egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones.
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