Artigas – ahora gobernador-militar de la federal provincia Oriental – y los representantes del Congreso oriental de Peñarol, reconocieron la soberanía de la Asamblea por suponerla un “cuerpo nacional”. Nombraron los cinco diputados de su provincia, dándoles instrucciones de votar la independencia “absoluta” de España, crear un sistema de Confederación de provincias y establecer la capital nacional fuera de Buenos Aires. La Asamblea rechazó a los diputados orientales por “vicios de forma” en su designación; aunque fueran los más auténticos representantes en ese cuerpo digitado, en su gran mayoría desde la Logia. Reelectos, salvándose los presuntos “vicios” (los orientales no querían suponer otra intención en los porteños), serían nuevamente rechazados. Ya no cabía duda posible: la Asamblea porteña y oligárquica nada quería con Artigas y el federalismo popular. Poco después, el “sujeto José Artigas” era despojado de su grado militar y desconocido en su calidad de gobernador de la provincia Oriental. Artigas abandonó entonces (recién entonces) el campamento que sitiaba Montevideo. Había recibido con paciencia las ofensas de los oligarcas porteños y solamente cuando se le desconoce su grado militar abandonará las filas sitiadoras. No desertaba; la Asamblea lo expulsaba. Tomó en su mano la, bandera partidaria (azul y blanca, cruzada en diagonal abandonaban también las filas sitiadoras para seguir al jefe. El Director Posadas (en enero de 1814, la Asamblea había sustituido al Triunvirato por un Director) puso a precio la cabeza del “bandido José Artigas” y mandó una división a prenderlo. Los porteños fueron completamente derrotados en Guayabo. A poco el pabellón de Artigas tremolaba en el Fuerte de Montevideo, entregado por los españoles a los porteños-, y que éstos acabaron por abandonar a Artigas. Impotente para derrotarlo, Alvear ofrecería a Artigas la independencia “nacional” de la Banda Oriental, para que el federalismo y los gobiernos populares no se extendieran por las demás Provincias Unidas. Artigas se negó. Era argentino, y quería seguir siéndolo. por JOSE MARIA ROSA
Historias del Federalismo Rioplatense.
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