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Foto del escritorBuen Dia Corrientes

Pequeña historia del mate


Cuatro siglos de agitada y azarosa vida a recorrido nuestro apreciado mate hasta llegar a nuestros tiempos.

Pasó por épocas en que se lo consideró un vicio abominable y sucio y otras en la que era una infusión mágica y llena de virtudes y hasta hoy no faltan quienes a nuestra costumbre de tomar mate la consideran una pérdida de tiempo y hasta lo culpan de la escasa productividad criolla, la haraganería y hasta de ser el culpable de nuestro subdesarrollo.


Cuando los primeros españoles remontaron nuestro río Paraná en búsqueda de “El Dorado”, se equivocaron, pues allí no había oro, pero si abrieron una ruta que los llevaría a una fiebre “verde”, la de la yerba mate, que despertaría tantos o más problemas que lo que despierta la fiebre amarilla del dorado metal.


Todo comienza con la destrucción de la 1º Buenos Aires. Esta expedición se divide, algunos regresan a España, mientras que otros remontan el Paraná y el Paraguay al mando de Ayolas y fundan Asunción, donde encuentran indios amigos y suficiente alimento al alcance de la mano.


Muerto Ayolas por los indios, toma el mando un vasco que dará que hablar, Domingo Martínez de Irala, quien comienza la colonización.


Una integración, basado en la mezcla de razas y mediante la práctica de la poligamia en los matrimonios celebrados por estos españoles con las hijas de los caciques guaraníes, dio lugar al nacimiento de los llamados “mancebos de la tierra”, primeros americanos con sangre española.


A esta nueva sangre y a su indiscutido jefe, Irala, es que debemos el conocimiento y la difusión del mate en las colonias.

Llamaba la atención de los llegados, la salud, el vigor físico y la natural alegría de los “naturales”.


Los guaraníes daban por sentado que dichas características se las daba el hecho de consumir en calabazas naturales, por medio de canutos de caña, una infusión de hojas de una planta llamada Caá. Los españoles que probaron el brebaje, sintieron pronto los efectos positivos y comenzaron a hacerlo cotidianamente. Tanto proliferó el uso y abuso del “matear” que se calculaba para el año 1600 un consumo de 345 kilos por persona por año, (casi un kilo por día por habitante).

Esto, sumado a la poligamia, hizo que la Iglesia considerada a la yerba mate “Elemento del Demonio”, a Asunción una especie de Sodoma y comenzara una guerra y estigmatización del consumo del mate.


Entre los argumentos utilizados era que beber la infusión era afrodisíaca y despertaba los más bajos instintos en el ser humano, alejándolo de los preceptos religiosos.


Pero, más que lograr una baja en el consumo, provocó lo contrario y el desorbitado uso del mate, hizo que cantidad de indios fueran obligados a abrir en la selva y a machetazos puros, picadas para traer, en grandes lienzos, las hojas del deseado árbol del Caá, lo que trajo la enfermedad y muerte de no pocos naturales.


Pero quien se declaró enemigo acérrimo del mate fue el gobernador Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, que fue quien introdujo en nuestra zona los primeros vacunos y otros ganados menores.


En un viaje que había hecho a una región yerbatera lo había impresionado el abuso de los encomenderos esclavizando a los naturales con tal de conseguir el “oro verde”. Indios enfermos, casi moribundos, obligados a trabajar más allá de sus fuerzas. Y esto fue lo que impulsó a Hernandarias a emprender una verdadera lucha contra la yerba mate. Descubre, entonces en el barco que lo llevaba de regreso a Buenos Aires, unos cuantos sacos con hojas de la yerba. No bien llegado a la ciudad, Hernandarias ordena su cremación y que ésta fuera pública y en la plaza mayor.


Pero Hernandarias no lograría, pese a su tenaz persecución lograr cambiar de hábitos a la población, que continuaría con el uso y abuso del mate.

Autor: Carlos Ernesto Pieske


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