Pilagá
Pilagá, Pit´laxá, Pitelaga, Qom.
Hábitat: Tradicionalmente el territorio pilagá estuvo en el área central de lo que hoy es la provincia argentina de Formosa, unos 20.000 kilómetros cuadrados en la margen derecha del río Pilcomayo.
Área Cultural: Gran Chaco (América del Sur).
Lengua: Pitelaga laqtak de la familia Guaykurú.
Enrique Palavecino hizo las siguientes observaciones a propósito de los criterios pilagá para elegir un nuevo lugar de asentamiento: “Para la erección de las aldeas se tienen en cuenta, principalmente, tres condiciones 1º) la proximidad de aguas potables; 2º) la abundancia de pesca o caza en el lugar; 3º) seguridad, esta última se obtiene buscando lugares en los que la visibilidad es escasa, por ejemplo, cejas de monte; pero con frecuencia esta ubicación es desdeñada si no hay buenas aguadas próximas. De las tolderías que visité una estaba oculta en un montecillo ralo, dos a campo abierto, una en un palmar y otra, la de Paagañi, en una ceja de monte a orillas del Pilcomayo, y tan bien disimulada que sólo desde determinados ángulos era visible.”
Video de poco más de cuatro minutos que incluye parte de la filmación realizada por la expedición sueca encabezada por Gustav Haeger con el objetivo de instalar colonias y explotar recursos naturales. La misma partió de Pozo del Tigre (Formosa) el 17 de septiembre de 1920 para dirigirse a las comunidades pilagás a orillas del Pilcomayo donde los recibió el cacique Nelagadik.
El material se extrajo del documental realizado por el Canal Encuentro en la comunidad El Descanso, ubicada en el Bañado La Estrella y del vídeo publicado por Memorias de la Tierra en You Tube. https://youtu.be/lNObbKozX6c
Estos asentamientos no eran permanentes, las familias se dirigían hacia el río en invierno y hacia el monte en verano. El caudal del Pilcomayo marcaba los movimientos de la comunidad, cuando crecía (de julio a setiembre) y bañaba los terrenos adyacentes, se retiraban a sitios más altos a unos días de caminata, los pilagás de los bañados también se trasladaban hacia el monte en buscas de frutos.
A partir de abril, los grupos del Pilcomayo retornaban a las orillas del río y los del interior comenzaban su traslado hacia la costa teniendo muchas veces que negociar con los ribereños su instalación en determinados sitios de caza. Las marchas estacionales se caracterizaban por la quema de los campamentos al abandonarlos.
Tenían una economía de subsistencia centrada el la pesca, la recolección y la caza. Los hombres además de la pesca, realizaban la extracción de la miel, y la captura de quirquinchos, suris, pecaríes e iguanas. Las mujeres la recolección de huevos de chajá, frutos como la papa de agua y hojas de chaguar, también tejían artesanías con hojas de carandillo (una especie de palmera) y con fibras obtenidas de las hojas duras y espinosas de chaguar.
La unidad social mínima estaba conformada por familias extensas. Eran exogámicas con residencia matrilocal, los nuevos matrimonios se integraban a la aldea de la esposa, e inicialmente en la familia extensa de ella, hasta que el matrimonio se convierta en familia y pueda construir su propia vivienda, aunque siempre en la aldea de la mujer. Las bandas se formaban por alianzas entre los jefes de cada familia extensa para nomadizar juntos.
El origen de las familias.
Cuentan las abuelas que originalmente las mujeres vivían en el cielo. Eran las Estrellas. De vez en cuando bajaban a la tierra para robar la comida de los hombres, cuando ellos se iban a cazar y a pescar. Para que no les roben la comida, los hombres ponían guardias.
Cuando las mujeres-estrellas bajaban del cielo, lo hacían por una larga soga. Un día uno de los guardias las descubrió y cortó la soga. Las mujeres que estaban arriba del punto del corte son hoy las estrellas del cielo. Las que estaban por abajo, fueron las mujeres que formaron las familias pilagá, y que enseñaron a sembrar el maíz, la sandía, el melón y otros frutos.
Jugador de Polke (similar al hockey).
La pesca era tradicionalmente una actividad masculina desarrollada entre abril y junio o julio.
Un método consistía el la pesca con arpón, una vara larga de 5 metros, en cuyo extremo estaba atada una varilla sobre la que descansaba flojamente la punta del arpón, hecha del extremo agudo de un cuerpo de vacuno. Esta punta se hallaba sujeta a la mano del pescador por medio de una cuerda que corría a lo largo del palo. Una vez lanzado el artefacto contra la presa, el arpón penetraba en la carne del pez y se desprendía del palo. El pescador dejaba desenrollar la cuerda que tenía en la mano y luego atraía la presa con breves tirones.
También había pesca con redes: la red de “tijera”, con un armazón formado por dos palos atados en uno de sus extremos y la red de “bolsa”, montada sobre un armazón de dos varillas flexibles atadas en ambos extremos.
En el sexo mandan ellas
"En la cultura pilagá es la mujer quien propone sexo. Los padres no tienen autoridad sobre las chicas, no pueden impedirles salir; nunca se reta a un chico ni se le prohíbe nada. Y cuando las chicas van a las fiestas criollas al baile de blanco, se produce un choque cultural donde el alcohol hace desastres". Explica Lucía Dri, jefa de atención primaria de la salud del hospital de Las Lomitas.
El debut se produce a los 10 u 11 años y la libertad es absoluta hasta el primer embarazo, unos dos años después. Entonces, la pareja suele afianzarse y mantiene abstinencia sexual hasta que el bebé camina.
Ante las madres-niñas que sufren frecuentes problemas de eclampsia -una hipertensión que puede causar la muerte del feto-, los médicos iniciaron un programa de procreación responsable. "Les regalábamos profilácticos y nos lo devolvían -cuenta la doctora Dri-. Se les provee de anticonceptivos orales y se les explica como tomarlos. Cuando no entienden, se les traduce".
La clave fue formar promotoras de salud indígenas que facilitaron el diálogo, ya que "a las mujeres les daba vergüenza que el traductor fuera un varón", señala Dri.
Los médicos se ganaron de a poco la confianza de los pilagás. "Al principio se respetó que el parto lo hiciera la partera de la comunidad -cuenta la doctora-. Luego se capacitó a agentes sanitarios indígenas, quienes ayudaron a ver la ventaja de un parto institucional. Ahora hay un alto porcentaje de partos hospitalarios, porque están convencidos de que eso ayuda a evitar la muerte".
Nota de Sibila Camps. Clarín, 12/01/2001
Pueblos Originarios
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