“La casa de los Pampín” o “el Sanatorio del Litoral” fue construida originalmente para una pareja de novios que nunca llegó a habitarla. Dicen que en esta mansión hay un fantasma que se pasea por salones y pasillos, que fueron ideados para grandes recepciones, pero terminaron siendo un sanatorio y hotel. La trágica historia de la familia se remonta a 1922, cuando Ana María Meabe y Fernando Pampín se casaron durante una lluviosa noche de abril. Hay un dicho que reza que aquellos que se casan un día de lluvia no tendrán un matrimonio feliz.
Cuando la fiesta se acabó, los novios se encaminaron a la quinta Pampín a pasar su noche de bodas. Al llegar, Fernando intentó abrir el pesado portón, pero no pudo. Forzaron entonces la cerradura, e ingresaron al viejo caserón para pasar su noche de bodas. Poco después partieron de luna de miel a las Cataratas del Iguazú. El vapor que los llevaba naufragó y Fernando, en el infructuoso intento de salvar a su familia, se ahogó en las bravas aguas del Paraná. Una vez en Corrientes, sus cuerpos fueron llevados al Cementerio San Juan Bautista. Ana ocupó el panteón Meabe, hasta que el cuerpo de Fernando fue encontrado y traído desde Misiones. Ambos fueron depositados en el panteón de los Pampín. La madre de Ana sentenció entonces que la mansión no sería hogar de ninguna familia. Con el correr del tiempo fue ocupada por el Club del Progreso, el Hotel Savoy, el Bristol, y finalmente el Sanatorio del Litoral. Por las noches, su señorial escalera de mármol suele ser escenario de la aparición de un fantasma que vaga por los salones, tal vez, como aventuran por aquí, anhelando ver bailes. Poco después, sale al jardín y se pierde traspasando paredes.
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