En el noroeste argentino, el suindá, que es una lechuza de regular tamaño, de hábitos nocturnos, de plumaje suave, pico corto y encorvado, ojos grandes y brillantes., tiene una leyenda
Según la leyenda, cual no es otra cosa que la encarnación de una madre con siete hijos y cuya profesión era trabajar en la costura. Pero especialmente destinaba su labor a hacerse trajes que lucía después en las fiestas, descuidando en cambio a sus hijitos.
Un día al regresar de un baile se encontró que sus hijos habían perecido de frío. Lloró desconsoladamente, y mientras el llanto bañaba su rostro, se fue transformando en un ave que lanzaba cortantes chistidos, semejante al rasguido de una tela al cortarse o rasgarse. Los chistidos que lanza son siete, y es como si en cada uno rasga la tela para hacerle un abrigo a cada uno de sus hijos.-
Según el trabajo de Marilyn Cebolla Badie, para los integrantes de las de las comunidades aborígenes, está clasificado como un “Kondo”, lo que para nosotros sería “Lechuza”, se lo denomina “kondo Chuinda”.
Comentaban que cuando volaba cerca de las casas y hacía un ruido como ¡Ufff! es que algo cayó en la trampa e iban a volver cargados (se iban a cansar) así es como les avisaba el Chuinda. Pero cuando hacía ruido de golpe de machete (un sonido metálico) quería decir que alguien iba a morir o que venían noticias de otro lugar diciendo que alguien iba a perder la vida.
Los paisanos explicaron que también se lo llama “ijetapapu” porque de noche, a veces, hace un sonido como de tijera al cortar (sonido metálico). Se decía que corta los cabellos del que va a morir, anunciaba la muerte de alguien, comentaban también que una vez vino una epidemia de tos convulsa, y en las noches cuando escucharon el sonido de el “jetapa” que iba de una casa a otra, le preguntaron a los ancianos el significado y estos aducían que estaba anunciando muerte.
Antes, los Mbyá, cuando escuchaban al Chuinda, mudaban de lugar la aldea, o si se quedaban era porque aceptaban que podían perder a alguien de la familia.
Comments