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Foto del escritorBuen Dia Corrientes

"La leyenda de la Guayaba"


Cuenta una antigua leyenda, que en el mundo sólo existía una planta de "Guayaba" el cual era cuidado con dedicación por su dueño, un poderoso terrateniente que protegía el árbol con fervor, tanto que amaba sus frutos y no los compartía con nadie. Este hombre maltrataba a los guaraníes que estaban como esclavos en sus tierras, haciéndolos trabajar de sol a sol, alimentandolos apenas para que pudieran sobrevivir. En ese ambiente de explotación y sufrimiento, crecía el árbol de "Guayaba" hermoso y abundante. Pero el dueño y señor de aquellas tierras, no permitía que nadie, excepto el con su esposa lo tocaran y menos aún, probaran sus frutos, que aveces eran de tal cantidad, que caían al suelo y allí quedaban, desaprovechados, sin que nadie se atreviera a tomar uno. La fragancia de la fruta impregnaba cada rincón con su dulce olor, las frutas maduraban ante los ojos de los guaraníes, que apenas solo podían verlos colorearse de amarillo y soñar con su pulpa deliciosa. Entre los guaraníes sometidos había una pareja joven, que se amaban y vivían aceptando esa realidad de extenuantes labores y un día, ambos recibieron con felicidad la noticia de que serían padres. Y así la joven embarazada comenzó a tener antojos terribles por las "Guayabas", jamás había probado una, pero el olor de los frutos maduros la estaba volviendo loca y así el marido, pensando que su niño podría nacer enfermo o con algún defecto a causa del antojo no satisfecho, robó una fruta en medio de la oscuridad de la noche. Pero fué descubierto y como era costumbre en la hacienda, para que nadie más se atreviera a tocar una "Guayaba", por orden del cruel hacendado fue torturado hasta morir a latigazos. La mujer quedó sumida en un profundo dolor, lloraba por la muerte de su amado, a causa del egoísmo y maldad de aquel hombre, entonces "Tupá" se apiado de sus lágrimas y quiso darle una lección a aquel hombre despiadado y egoísta y así, una mañana, de pronto, aparecieron cientos de arboles de "guayabos", cientos de árboles cuyos frutos caían por el suelo al alcance de quien quisiera saborearlos. El terrateniente sorprendido ante aquel milagro, decidió alejarse de aquellas tierras, dejando libres a los esclavos guaraníes, para que vivan en paz y así trabajáran en esas que siempre fueron sus tierras.


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