Entre las tibus guaraníes, la del cacique Taguató tenía las doncellas más bonitas, y venían muchos guerreros de otras , con regalos para incorporarse a la tribu y poder casarse con una de ellas. La más bella de todas, Panambi, coqueteaba con todos, los encantaba y después los desdeñaba. Un día aparecieron los invasores blancos, y, después de una sangrienta batalla Tacuabó y los suyos volvieron vencedores, trayendo prisioneros, entre los cuales había un joven de cabellos dorados y ojos celestes del cual Panambi se enamoró a primera vista. Los brujos fueron aconsejados por Añá a incinerar a los invasores, pero, a la mañana siguiente, cuando los fueron a quemar, descubrieron que el joven de cabellos de oro había desaparecido. Panambi, con sus encantos había seducido a los guerreros que lo custodiaban y lo había liberado. Pero el extranjero la abandonó enseguida, y ella lloró durante días hasta morir al pie de un isipó. Poco tiempo después los guerreros de Taguató encontraron su cuerpo y vieron que sobre él revoloteaba un insecto bellísimo, con grandes alas luminosas de variados colores. Era la mariposa que acababa de nacer, y que iba coqueteando, de flor en flor, alegre y juguetona como un día fuera la cuñataí.
Región Litoral
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