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Foto del escritorBuen Dia Corrientes

LA LEYENDA DE TEYÚ GUAZÚ (LAGARTIJA GRANDE O LAGARTO OVERO)


El lagarto overo tiene una importante presencia en los mitos y en la medicina popular indígena, especialmente en el área de influencia guaraní..

La grasa era usada en forma externa para heridas en la piel, reumatismo y dolor de garganta. También para extraer espinas de palma o perdigones de la piel. La grasa bebida con agua cura las picaduras de serpiente y el reumatismo. Se atribuye al cuero el poder de ahuyentar víboras por lo que se usa como detalle de la vestimenta, p. ej. en el sombrero. Además se usapara retobar boleadoras y hacer tiradores. De la cola se extraen anillos para evitar las insolaciones (quizás por su afición a permanecer mucho tiempo asoleándose).

Métraux aporta un mito wichi. Cuando las primeras gentes eran animales, descubrieron un día que alguien robaba su pescado ahumado. Pusieron a la iguana como centinela y cuando esta avisó que había oído a las mujeres, responsables de los robos, peleándose con las cotorras que las habían descubierto, no le creyeron porque la suponían sorda. Al día siguiente las mujeres descubrieron a la iguana vigilando y le arrancaron la lengua que reemplazaron con una semilla del árbol del sapo, con lo cual la iguana ya no pudo denunciarlas. Observen el papel del lagarto como vigía, similar a lo referido por Seba.

En el mundo de los qom, dividido en cielo, tierra y profundidades, los lagartos pertenecían a éstas. Antiguamente se enfrentaron con los gatos monteses y los aguará-guazú (“padre de los perros) a los que antes se asociaban para cazar ratones y langostas. Como el lagarto tiene patas cortas, salía antes que los otros a cazar y un día encontró muchas langostas y se las comió sin guardarle una parte a sus socios. Entonces el gato montés lo retó a pelear y, pese a los intentos del aguará-guazú por disuadirlos, el gato mordía al lagarto y éste le daba coletazos. Al final el lagarto se refugió en una laguna donde logró matar al gato. Desde entonces el reptil anda solo porque es peleador y el aguará-guazú le anunció que los perros lo atacarían constantemente. Mi padre, que pasó su infancia en el Chaco, me contaba como los lagartos que se acercaban al gallinero de su casa a comer huevos enfrentaban a los perros y lograban prendérseles del hocico de donde sólo se soltaban arrancando un trozo de piel con gran dolor de los perros.

Al respecto una de las fábulas más logradas de Leonardo Castellani, “Aprieta”, relata el combate de un lagarto con una víbora de cascabel. El lagarto la atrapa y a pesar de los movimientos de la serpiente que trata de asfixiarla entre sus anillos e inyectarle su ponzoña, el lagarto siempre apretando sus mandíbulas, sin soltar, logra quebrarle el espinazo y matarla. En la moraleja Castellani pide a Dios "enemigos chicos", pero si no es posible, “fuerza para apretar y no soltar”. Vean que esta rivalidad entre el lagarto y las serpientes se refleja en la creencia popular sobre las propiedades protectoras de la piel contra las víboras.

La leyenda misionera del Teyú-Cuaré (“cueva que fue del lagarto”), recogida por Juan Bautista Ambrosetti, se refiere a unos paredones de piedra sobre el río Paraná, cerca de San Ignacio (Misiones, Argentina). Se cuenta que vivía allí un gran lagarto que amenazaba a los navegantes que pasaban por el lugar. El monstruo provocó varios naufragios hasta que un día atravesó a nado el Paraná, y se fue a vivir a la costa paraguaya, donde existe un arroyito con su nombre. Se dice que bastaba con hacerle una oferta cualquiera, un pedazo de carne, o un objeto echado al agua, para calmar a esa fiera y poder pasar con seguridad. Parece que el cuento se refería en realidad a una peligrosa piedra semisumergida frente a la costa donde solían chocar los buques.

Berta Vidal recopiló un cuento criollo en San Luis donde la iguana había sido en otro tiempo una joven de gran hermosura con manos sumamente bien formadas y muy hábiles para tejer. Pero, sumamente vanidosa de su físico, sus joyas y trajes, era muy dura y agria con sus pretendientes, afirmando que sólo se casaría con un hombre hermoso como ella. Un día llegó de lejos un mozo muy rico, pero feo, que también fue rechazado. La madre de la joven pidió ayuda a su confesor quien habló con la muchacha y le destacó la bondad del joven y la posibilidad de recibir un castigo divino en caso de seguir negándose. A la noche la chica sufrió una terrible transformación: su piel se endureció, su cabeza y cuerpo se alargaron, sus anillos y brazaletes formaron una larga cola. Solo sus manos permanecieron delicadas y finas como antes. Loca de vergüenza, huyó hacia la soledad de las cuevas, a vivir como lagarto.

Acilcaic Paucke, Florian – 2010 - Hacia allá y para acá. - 1ª ed. - Min. Innov. y Cultura - Pcia. de Santa Fe.

Cuenta Florián Paucke que “como los lagartos se cuentan entre los anfibios, se comen en Las Indias en días de ayunos. Cuando yo estuve en una ocasión durante la vacancia habitual para los estudiantes en la estancia Alta Gracia, en unión del P. Minister me pidieron que fuera a cazar lagartos (era un viernes) y les matara a tiros unos cuantos para la mesa de mediodía, para que toda la comunidad pudiera comerlos. Yo salí antes de las nueve y a eso de las diez ya había muerto diez de ellos y sacado a tiros delante de sus cuevas donde estaban echados al sol. Los tuvimos ya a mediodía sobre la mesa bien aliñados con un buen moje de citrón; todos comieron con apetito pero entonces yo no tenía aún placer alguno en comerlas, que recién adquirí entre mis indios cuando la penuria y el hambre me obligaron a comerlas.”

Los mocovíes les sacaban los intestinos y ponían los lagartos entre la ceniza caliente; una vez asados se cuereaban y se comían sin pan ni sal. La cola era la parte más estimada. Con el cuero de las colas fabricaban unas trompetas de guerra y carcajs para las flechas. Utilizaban los anillos como adornos.

A pesar de que algunos dicen que matar un lagarto trae mala suerte, los indios puris, coropos y coroados de Brasil decían, según Johann Spix, que los lagartos no traen ningún bien, ni son divinos, más bien son agentes del mal que adoptan la forma de estos animales.

Alex Mouchard

LOS NOMBRES DEL LAGARTO

En la zona pampeana y chaqueña se lo denomina lagarto overo, lagarto blanco o iguana overa

Los guaraníes lo conocían por teyú-guazú, de teyú: lagartija, guazú: grande, a veces castellanizado como “tegú overo”.

Los wichis le dicen “alu” y el nombre mocoví era “acilcaic”.

En la región amazónica del río Irura, se registra el nombre de “jacuaru”.

En Guyana los wayapi lo conocen como "yâkâ-lâwâlu" y los wayana, "hapakala".

En Colombia debido a que suelen atacar gallinas y pollos, le dicen “lobo pollero”.

HISTORIAS ZOOLOGICAS


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