La leyenda cuenta que el gigantesco Bairuzú que se formó en el Paraná, a la altura de Montecarlo, se llevó embarcaciones e incluso se cobró la vida de pescadores.
En la actualidad, con la bajante del río, los lugareños pueden observar con mayor precisión el fenómeno que se crea en una combinación de tres remolinos.
Bairuzú es un fenómeno que se produce en el río Paraná, un remolino peligroso, que según cuentan los pobladores se tragó hasta barcazas. La alteración sobre el río se forma cerca de la isla Caraguatay, en cercanías al puerto de la localidad de Montecarlo.
El primer remolino se forma a 7 metros de la orilla, el segundo remolino inicia a unos 15 metros de la costa y el otro viene desde el medio del Paraná, y cuando los 3 remolinos se unen, forman el famoso Bairuzú.
Según cuenta Ramón Sorondo, presidente de la Federación Misionera de Pesca y Lanzamiento (FeMiPyL), antiguamente los guaraníes adoraban al Bairuzú. Hoy en día, el remolino tiene cientos de leyendas y mitos de los lugareños.
De acuerdo al relato de Sorondo, bajo el agua hay un peñón que -presumiblemente- tenga un túnel natural que hace la succión inmediata del agua y eso provoca el remolino que “se llevó barcos, se llevó barcazas, están ahí. Incluso están encalladas en el fondo, es una historia temeraria del Alto Paraná”, describe.
Además, Pronóstico Misiones explicó por qué se produce el fenómeno en el agua “los remolinos en los ríos se suelen formar debido a los los espacios estrechos y que el agua que fluye rápido choca contra corrientes más lentas, la definición más sencilla para los remolinos es que son agua que se mueve con un movimiento rápido y circular, y con frecuencia que causan una espiral descendente llamada vórtice. Aunque la mayoría de los torbellinos formados en la naturaleza son causados por corrientes opuestas que se encuentran entre sí, pueden formarse de otras maneras”, detallaron.
Cuando la embarcación está cerca del remolino, Sorondo menciona que están a 57 metros de profundidad, donde en el fondo del río habría embarcaciones que han sido “tragadas” por el fenómeno. Asimismo, el hombre cuenta que la profundidad siempre dependerá del caudal que tenga el río.
Bairuzú o Voiruzú es un manifestación que asombra a todos los misioneros, se denomina “Bairuzú” lugar donde se forman remolinos con las aguas que chocan entre sí, se producen turbulencias y finaliza dejando un pozo que se torna peligroso para los amantes de los deportes acuáticos.
“Si un día decidis ir al río a navegar con una embarcación chica, con alguna piragua o con un kayak, lo más conveniente es que vayas preparado, sabiendo nadar. Cuando los remolinos se unen, es muy peligroso, no sabes dónde te puede tirar, lo más que seguro que la vas a pasar mal”, manifestó Ramon Sorondo.
En esa línea, también contó Ramón que anteriormente -había charlado con un colono que ya partió de la tierra- y que él había manifestado que el “Voiruzú” (como le decían antiguamente los aborígenes) era como un Dios para ellos, ya que todo fenómeno que no tenía explicación decidían adorarlo, así se formó un respeto hacia el torbellino.
“Los primeros guías lo conocían como el Voirusú, que era una víbora grande que se comía a las canoas, todo lo que la madre naturaleza tenía y se manifesta era exponente para ellos, lo convierten en un Dios, son mitologías que año tras año van tomando más fuerza”, dice Sorondo
“El sonido es ensordecedor, cuando revienta el agua suena como unas olas gigantescas, pero antes el sonido en la zona se podía oír desde lejos”, recuerda.
La zona sin dudas es peligrosa por sus mitos y también por los inconvenientes que generan los remolinos, pero los que viven en cercanías al río lo aprovechan, ya que en ese lugar es muy común que los pescadores saquen piezas enormes de peces.
Hay muchas historias de pescadores que cayeron al agua, tengo un alumno, soy profesor en una escuela de adultos, que falleció años atrás y un día en la escuela me había contado que cayó al agua mientras estaba pescando, él se pudo salvar, pero su compañero no. Son historia que quiero contar porque sino la historia desaparece”, añade Sorondo, presidente de la Federación Misionera de Pesca y Lanzamiento.
“A mí personalmente también me agarró estando en una embarcación chica, ese día no sé cómo hice pero pude salvarme, había pensado tirarme de la lancha e ir nadando hasta la costa, por suerte no tomé esa decisión y aguante con el motor que tenía” , relata.
MisionesOnLine (Alexis Ramos)
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