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Foto del escritorBuen Dia Corrientes

LA LEYENDA DEL CARANDAY


Cuentan los antiguos que allá en la época de las grandes migraciones cuando los pueblos de la Nación Guaraní avanzaban hacia el Sur tras el paraíso de su Dios Tupa, ocurrió este hecho que se relata y recuerda como leyenda.

Una de las tribus la de Caa Cati, tenía la suerte de tener hermosas mujeres pero también recios guerreros, era demás una tribu favorecida por Dios ya que sus ancianos sabios los Arandu eran los más acertados en las decisiones, así los caminos que elegían siempre eran los mejores, la tribu no sufría hambre ni corría riesgos.

Entre sus guerreros como jefe de ellos se distinguía Caranday, un joven alto, duro como pocos, terrible en el combate y el primero en lanzarse al mismo, su superioridad hacia que los demás guerreros lo siguieran y se inclinen ante él.

Tantos éxitos de la tribu del viejo cacique Caa Cati llevo a envidia de otras etnias y muchas de ellas se reunían pensando en cómo atacarla y hacerse además con las tan bellas mujeres, pero tenían el problema de los sabios Arandu y de tener que enfrentar a Caranday que les daba miedo.

Recurrieron entonces al brujo Aguara Aña (Zorro diablo) pidiendo consejo, el brujo les prometió que durante la próxima marcha crearía un sortilegio que impediría a los guerreros de Caa Cati defenderse, que entonces cuando el sol mediara debían atacarlos.

Los Arandu ignorando toda esa maldad indicaron la marcha a través de un gran estero, se debía avanzar con el agua por la cintura mucho trecho y de allí se alcanzaba luego de un día unas costas muy hermosas casi el paraíso.

Preparado por los malos el ataque vieron el estero y con el consejo nuevamente del brujo Aguara Aña, decidieron atacar cuando toda la tribu se encontraba ya en el como los guerreros por el maleficio o paye no podrían defenderse llevarían canoas y desde ellas se apoderarían de las bellas doncellas y matarían a los guerreros.

La tribu de Caa Cati (Árbol viejo) comenzó a avanzar por el estero, primero algunos guerreros, luego los ancianos y mujeres y finalmente ayudando a todos los bravos guerreros al mando de Caranday, cuando llego el medio día el pueblo estaba en medio ya del estero, lejos de la costa donde salieron y a igual distancia de donde se dirigían.

Aguara Aña lanzo el maleficio o paye y seguro de su éxito subió a una de las primeras canoas, de las muchas que repletas de guerreros entraron al agua, allí avanzaron rápidamente para caer sobre los desprevenidos que ignorantes al peligro estaban descansando un momento.

Caranday que marchaba detrás de todos vio las canoas llenas de guerreros, se dio cuenta del ataque y con un sonoro Sapucay llamo a los suyos al combate, el resto de la tribu debía seguir y ponerse a salvo.

Los guerreros se pusieron en fila con el agua en la cintura, armaron sus arcos y pese a la superioridad de los enemigos no temieron, Caranday estaba al frente y por muchos que fueran sabían de su valor. Las primeras canoas comenzaron a lanzar flechas, y los guerreros de Caranday trataron de contestar, no pudieron, los arcos se rompían y las sogas se cortaban, allí estaba el embrujo de Aguara Aña, vieron como Caranday y los que estaban primeros recibían una nube de flechas que pararon con el cuerpo, todo parecía perdido, pero ya caído Caranday volvió a ponerse de pie con el cuerpo acribillado de flechas y en un Sapucay de agonía clamo al Dios Tupa por su tribu y su desdicha de guerrero de no poder defenderla,

Los atacantes al escuchar el grito vieron que Tupa lo había escuchado y que de los restos de Caranday y sus guerreros se levantaba un muro de duras palmeras de tronco alto con espinas, cobre ellas duras hojas semejaban las plumas de guerra.

Trataron de pasar pero era imposible las palmeras estaban tupidas, las canoas al chocar se rompían y ni siquiera marcaban el duro tronco, las hachas de guerra rebotaban en las mismas, los guerreros caían al agua y sufrían mil cortes de las hojas con espinas que allí estaban caídas.

El pueblo de Caa Cati llego a salvo al otro lado del estero donde comenzaba el paraíso, cuando preguntaron por sus guerreros el más viejo de los Arandu señalo el palmeral que se veía, con lagrimas en los ojos puso un trozo de tabaco en el agua como homenaje.

Asi nació la palma Caranday, la mas dura de todas de firme tronco y bellas hojas con espinas en gancho, el Tupa, el Dios de los guaranies ante la maldad y la traición premio al valor de los guerreros que caían por su pueblo y los volvió eternos dándoles la forma de esa hermosa palmera que crece en los esteros.

Dicen los que saben que nunca hay que internarse de noche en un estero si hay palmar de caranday, por mas baqueano que se sea, en un momento al ser todas las palmas iguales y tapar las referencias seguro uno se perderá, tampoco hay que caminar en el agua entre ellas ya que las hojas caídas quedan bajo el agua y son una terrible trampa de espinas. Como si aun a los siglos siguieran impidiendo que uno avance.

Pero son solo leyendas de gente vieja que por la noche se junta a fumar sus pipas junto al fuego


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