Tupã había creado con Sypave la maravillosa morada de los Ava, el Kuarahy (sol), el Jasy (la luna), los Mbyja (las estrellas), para que toda la creación lo disfrute. El Dios de los guaraníes en su inmensa bondad entregó por completo a sus hijos amados, extensos ríos, bosques, animales, para que se enseñara a todos el pedido de Tupã, que debían amarse y respetarse sin dañarse a sí mismo ni a la naturaleza. Cuando lo tenían todo ellos se llenaron de vanidad, envidia y orgullo, cada uno peleaba por gobernar extensos territorios, se creían dueños de los ríos, las selvas y todo cuando vivía sobre el "Yvy" (la tierra). Empezaron a dividir y marcar su territorio, matar salvajemente a quienes venían a pasear en los ríos, ya no querían realizar las tareas domésticas, entonces atacaban a las tribus que eran sus propios hermanos, trayendo cautivos a niños, niñas y jóvenes para convertirlos en sus sirvientes. El paje (sacerdote) les pedía encarecidamente que cambien sus actitudes mezquinas y malvadas, porque Tupã se enojaría y ya no les daría todos los recursos que hasta ese día les había proveídoTodos se reían del sacerdote, siguieron cometiendo sus malas acciones. Entonces Tupã envió en forma de lluvia su ira y su tristeza sobre el pueblo de los ava. Muy triste veía que todo se hundía en el inmenso río que constituía la lluvia que duró varias lunas (días). Todos desaparecieron bajo las aguas, nada de lo maravilloso que les había entregado quedó a la vista. Solo quedaron vivos en un alto monte el "paje" y algunos que sí respetaron la ley de Tupã. De esta forma el castigo a la desobediencia llegó al pueblo de los "Ava guaraní".
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