Pa-pa Mirí pensaba que el hombre necesitaba fuego, que hasta ese momento no lo conocían. Pero era un elemento que estaba en mano de los Futuros Cuervos que vivían en una montaña, eran muy poderosos, se alimentaban de hombres y no querían brindar el fuego a otros seres.
Para obtener el fuego, Pa-pa Mirí llamó a Cururú, el Sapo, éste le explicó su plan en el oído, porque los Futuros Cuervos tenían buena audición. Juntos fueron a la montaña donde vivían los come gente. Pa-pa Mirí se tiró al suelo, para parecer un muerto y el Sapo se escondió. Los Futuros Cuervos vieron a Pa-pa Mirí como alimento y lo cocinaron, pero éste no se quemaba porque era un Dios.
Cuando se alejaron las criaturas el dios tiró brasas al Sapo, que luego de varios intentos fallidos las pudo recoger con su lengua, hecho esto escaparon.
Pa-pa Mirí con la braza encendió una flecha que arrojó al bejuco subterráneo, una planta. Entonces las personas podían cortar un pedazo de bejuco, hacerle un agujero, meter la punta de una flecha y hacerla dar vueltas originándose una leve llama. Desde entonces los guaraníes hicieron fuego de ese modo. Pa-pa Mirí convirtió a los Futuros Cuervos en cuervos o jotes para que no hicieran nuevos males. Los guaraníes les dicen Urubú.
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