De las relevadas, ninguna más expresiva como la versión que nos regaló Girala Yampey, por lo que se transcribe como él lo expresara. Y diceque una vez, en una selvática reunión de animales, el Jaguarete desafió a todos los presentes a demostrar quién era capaz de gritar con más energía para sorprender y asustar a los demás. "Mi sapukái es más fuerte que el de todos, ninguno podrá ganarme, ¿quién acepta el desafío?". Una pareja de Ára pong, posada en las altas ramas, como era su costumbre, sintió un extraño impulso y bajó hasta un arbusto cercano al felino. Sin entender porqué, el macho aceptó el reto. Jaguarete, lo miró con desprecio: "¡Qué atrevido!". De inmediato, sin mediar aviso, lanzó un feroz rugido que hizo estremecer la floresta. Los sorprendidos animales y aves de los alrededores, sufrieron un tremendo susto. Hasta la colorida hembra de Guyra pong, tembló de miedo. No entendía el motivo por el que su compañero había tenido la osadía de enfrentar a tan poderoso animal. Sin embargo, el macho de cuello pelado y plumaje totalmente blanco, aguantó con firmeza el terrible grito, sin pestañear siquiera. Era el turno del Ára pong. Tenía que demostrar la capacidad de su garganta. Sin prisa, tomándose tiempo, comenzó con leves silbidos: Trin... trin... como vibraciones de un rasgueo metálico. Parecía desorientado, pero algo le impulsaba a seguir con serenidad y ánimo en la pulseada: "Hum... si ése es tu grito, estás perdido", ironizó el Jaguarete. "Aguarde, amigo, recién estoy afinando", respondió el contendiente que apenas tenía el tamaño de un Havía (zorzal), y siguió con otros Rims... rims... tan suaves y melodiosos, que el desafiante felino se acostó a esperar el desenlace de aquella insólita justa. Cerrando los ojos confiadamente quedó adormecido. De pronto: Pong... pong... Pong... pong... en tonos altísimos, como martillazos sobre una gran plancha de bronce, el Guyra pong, descargó desde su garganta una potencia desconocida para él mismo. El Jaguarete, sacudido por el imprevisto y fuerte campanazo, se puso de pie asustado. Fue así, cómo el singular pájaro ganó la competencia. Para moderar los ímpetus del engreído Jaguarete, Ñanderu Tupâ, había hecho lo suyo. Desde entonces, el macho y no su compañera, tiene ese poderoso timbre de voz.
SAPUKAY: El Padre Julián Zini, sacerdote y poeta, alude a que se trata de un grito “que expresa libertad, enojo, alegría, desafío). No es un simple grito sino que expresa el sentir interior de quien lo emite.
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