Son diversos los mitos y leyendas que envuelven el verdadero origen de los ríos Bermejo y Pilcomayo. Ambas vertientes atraviesan territorio tarijeño y son considerados míticos por los antecedentes que tienen.Una de las primeras teorías habla de los dioses guaraníes, que por expandir su territorio en el Gran Chaco, dividieron al Pilcomayo, desembocando en el que ahora es el río Bermejo.
La leyenda cuenta que después de la creación de este gran río, Tupá, dios mítico, confió a Guarán la administración del Gran Chaco, territorio que se extendía más allá de la selva ubicada en el centro de Sudamérica.Tupa le decía a Guarán: “Distribuirás en él las riquezas, cuidando de proveerlo de todo lo que haga falta”, habiéndole dicho eso. Todo en el Chaco era misterio y seducción en el marco de un destino incierto.Guarán comenzó la gran tarea, con empeño encomiable procuró que la riqueza en la flora y en la fauna -buenas tierras y ricos montes- sean distribuidas de la mejor manera entre sus descendientes. Y también gobernó sabiamente a su pueblo, logrando una verdadera civilización.Cuentan habitantes del Gran Chaco que Guarán tuvo dos hijos: “Tuvichavé” y “Michiveva”, cuyas idiosincrasias eran radicalmente opuestas.
“Tuvichavé”, el mayor, era impetuoso, vehemente, brioso y decidido; mientras “Michiveva”, el menor, era reposado, pacífico y calmo.Esa desigualdad de idiosincrasias no afectó las relaciones en vida de Guarán, por la gran autoridad que imponía frente a sus descendientes. Pero, acaecida su muerte, y legada la administración del Gran chaco a sus hijos en común, las disputas eran frecuentes.
“Tuvichavé” y “Michiveva”, cuyas idiosincrasias eran radicalmente opuestas empezaban a despertar sus diferencias.Relatan que un día apareció, “Añá”, considerado un dios diabólico, que en su afán de sembrar cizaña entre los hermanos (“Tuvichavé” y “Michiveva”) les aconsejó zanjar sus discrepancias a través de competitividades y habilidades, para ver quién era el mejor.Añá un día encontró a los hermanos y les dijo: “Resolved vuestras cuestiones compitiendo con destreza”. Tras esto los hermanos, cegados momentáneamente, no supieron afrontar con entereza y sabiduría tal consejo, y convinieron resolver sus rencillas por su habilidad física.Para hacerlo, subieron un día a los cerros que lindaban con el Gran Chaco y entre pruebas de habilidad; manejo de la flecha, resistencia física y otras, disputaban su hegemonía en el territorio.Nuevamente la acción maligna de Añá hizo de las suyas, una flecha disparada por Michiveva, el hermano menor, pacífico y calmo, dividió en dos el corazón de Tuvichavé, el hermano mayor.
El mito da cuenta que la sangre de Tuvichavé brotó a borbotones y con fuerza. Ésta bajó los cerros hasta el Chaco, internándose en su territorio, formando así un río de rojas aguas. Este caudal fue denominado “I-phytá” (Agua roja en referencia al Bermejo), lo que hoy es conocido como río Bermejo.
Michiveva, al tener conciencia de lo que había hecho, fue preso de un ataque de llanto y desesperación. Y las aguas que vertieron sus ojos corrieron tras el río de sangre de su hermano.
Así se formó el Pilcomayo, siempre a la par del Bermejo.El Gran Chaco se quedó sin jefe. Siguió formándose con la espontaneidad de la naturaleza, enmarañada, impenetrable, surcada por los arreboles del rojo río nacido en el corazón de Tuvichavé: el “I-phytá”.
Esta hermosa leyenda relata la historia de dos dioses míticos hermanos, que por cizaña de un dios diabólico, terminaron enfrentados. La sangre y las lágrimas de ambos formaron lo que hoy son nuestros majestuosos ríos, Pilcomayo y Bermejo.
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