Había un cacique de la tribu quichua de nombre Anka. Él era jefe de esta tribu y vivía junto a su hijo Puca-Sonko, del cual estaba orgulloso por ser un joven muy valiente que amaba a la naturaleza. Esta tribu se encargaba de la caza del jaguar, del venado y del quirquincho. Sin duda alguna, esta clase de vida sana y en contacto permanente con la naturaleza les proporcionaba fortaleza, destreza y habilidad. También se dedicaban a la agricultura y la pesca. Sin embargo, un día, la paz y la tranquilidad se vieron alteradas.
Fuerza y fidelidad Anka envejeció, enfermó y murió. Esta tragedia aceleró el crecimiento de Puca-Sonko. Debido a la muerte de su padre, debió hacerse cargo de la tribu con todo lo que eso conlleva para un joven. De hecho no faltaría mucho para que se enfrentara a verdaderos desafíos.
Pasó un año hasta que llegaron los rumores de que los españoles iban a invadir todas sus tierras. Sin dudar, la tribu salió hacia al bosque, para enfrentar al enemigo. Los españoles poseían armas que nunca se habían visto. No obstante esto, los indígenas salieron con fe y valentía al campo de batalla.
Pasaron algunas horas y las indígenas comenzaron a buscar al joven Puca-Sonko. Tristemente, lo encontraron muerto, cerca de un árbol inmenso. Su sangre derramada, curiosamente, era absorbida por la base del árbol, que comenzaba a volverse rojo. Este es el origen mitológico del fiel, fuerte y sufrido quebracho colorado.
Ser Argentino.
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