Un día cundió por todos los rincones de las aldeas la noticia de que Tatú tüpa el dios Tatú se casaba con la hermosa hija del señor Soe (matico). Los mensajeros de Tatu tüpa recorrieron de pueblo en pueblo llevando la invitación verbal a todos sus amigos y a los hombres prestigiosos de la región. Tukä, que mantenía una antigua enemistad con Tatú Tüpa, como era de esperar, no fue invitado a la boda. El gran día llegó y con ello la esperada fiesta. Tatu Tüpa y sus invitados especiales se alegraban mucho danzando y bebiendo la mejor chicha de la región. Mientras tanto, Tukä, que buscaba ingresar de cualquier manera a la fiesta, consigue cambiar de apariencia colocándose un disfraz, un tyru (antiguo vestimenta de los guaraníes) de color oscuro y un paño blanco en el cuello. Tatu tüpa, si embargo, no tardó en percatarse de su presencia cuando éste disfrutaba entre los invitados de la rica chicha. Entonces le pidió a su novia que le hiciera el favor de invitarle un mate de "chicha de honor" al joven del disfraz oscuro, honor que Tukä aceptó con toda reverencia de las manos de la bella joven; pero apenas éste comenzaba a saborear la chicha, Tatu tüpa lanza una maldición en su contra para que el alargado recipiente de mate con el que bebía la chicha se le quedara pegado en el rostro. Cuando Tukä quiso reaccionar ya fue demasiado, en vano fueron sus intentos por desprenderse del enorme objeto. Viéndose en ridículo, salió de la fiesta volando, convertido en ave. Con este pequeño relato, los ancianos enseñan a sus nietos a no entrometerse en la vida ajena mientras no se requiera su presencia, puesto que las consecuencias casi siempre resultan ser fatales para los entrometidos.
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