LA MÍTICA CIGÜEÑA SEGÚN RELATAN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
En el origen del mundo qom se produjo un gran incendio que destruyó a todos los habitantes, salvo unos pocos que se refugiaron en un pozo. Tres días después un héroe-niño sale al exterior y al ver que el fuego se ha apagado hace salir a los demás pidiéndoles que se tapen los ojos. Algunos no lo hacen y en castigo son transformados en diversos animales, entre ellos la cigüeña, pasando a ser los “padres” o guardianes de los demás animales de su especie, aquellos espíritus del monte que evitan la caza desmedida de algunos animales. Un notable concepto ecológico de los pueblos originarios. La cigüeña habitaba en el supra-mundo toba y, sólo descendía a tierra con las lluvias y las tormentas (Arenas, 2009).
Qom En los mitos de los qom (Citro et al., 2016; Sánchez, 2006) también aparece el zorro sagaz, uaia?aqa’ lachigui, que se encuentra con waqap, la cigüeña, y le pide sus alas para poder cumplir su sueño de volar. Varias cigüeñas aceptan pero le advierten que no vuele muy alto porque las plumas no le van a durar mucho. Le colocan las alas y le indican como despegar. Como en el mito griego de Icaro, el zorro se entusiasma y, haciendo oídos sordos a los llamados de las cigüeñas, sigue ascendiendo hasta que pierde las plumas, cae y muere, aunque después resucita. Los qom o toba (Arenas, 2009) han observado que la cigüeña “pone en el agua, ahí no le falta comida. Pone arriba del árbol, junta basurita (restos vegetales) y pone arriba el nido. Cuando hay pichoncito el va a buscar pescadito, cerquita, y les lleva a los pichones, les da de comer.” Para ellos es una pieza de caza apreciada por su gran tamaño y porque su carne se considera blanda, y se aprovechaba casi todo el animal, incluyendo la grasa, patas y vísceras. Se la cazaba con flecha o trampas y más tarde con carabina, especialmente en verano y otoño, cuando están más gordas. Se la consumía hervida, en guiso o caldo, o asada. Los huevos y los pichones se consumían cocidos, y a veces los criaban como animales domésticos. La panza o estómago glandular se usaba como carnada, las alas para abanicos y las plumas para las flechas.
También las cigüeñas tuvieron que ver con la creación de Las Pléyades, ese bonito grupo de estrellas conocido también como “Las siete cabritas”. Resulta que unos qom encontraron un niño perdido en el monte y lo adoptaron. El niño les enseñó a usar el fuego, a cazar y a curarse con plantas. Pero también era muy travieso y entre otras maldades le robó el huevo a una cigüeña que lo empollaba. En castigo se reunieron todas las cigüeñas y llevaron al niño al cielo, donde junto con sus hermanos que fueron a buscarlo, se quedaron para siempre, formaron ese grupo de estrellas (Oliva, 2007)
Wichis Taqfwaj, el mítico héroe de los wichis, encontró cierta vez una cigüeña y quedó admirado de cómo podía sostenerse sobre una sola pata. El ave le dijo que para lograrlo debía cortarse una pierna, y luego, para recuperarla, tenía que saltar sobre cierto tipo de árbol. Taqfwaj hizo según lo indicado pero no logró recuperar su pierna y tuvo que recurrir a una gran araña que lo vendó con su tela y lo curó. En otro cuento, el Carancho, asistente del rey de los jotes, molestaba a unas jóvenes cigüeñas, quienes acudieron a sus padres. Éstos iniciaron una guerra con los jotes, en la que las cigüeñas vencieron, logrando encarcelar al rey de los jotes (Alvarsson, 2012).
Un joven vilela del Chaco gustaba mucho de cazar pajaritos y pasaba sus días en el monte, donde un día encontró unas piedritas de colores con las que se hizo un collar. Al otro día amaneció transformado en serpiente que comenzó a crecer, comiendo cuanto bicho había en el monte, y cuando éstos escasearon empezó a devorar gente. Las aves del lugar se organizaron para matar a la serpiente, primero fue el águila, pero fracasó, luego los tullangos o cigüeñas, dotados de fuertes lanzas (picos) pero la víbora los devoró, finalmente el caburé logró matar al ofidio (Lehmann-Nitsche, 1924-25).
Leyenda Guaraní
Entre los mbya-guaraníes (Cadogan, 1948), el tuyuyú, le pide al Loro sastre que le haga unos pantalones. El Loro los hace según la medida de sus patas, con lo cual quedan demasiado cortos, per se justifica ante el tuyuyú diciendo que los hizo así para que pueda vadear por los bañados. El tuyuyú suele aparecer en los relatos como oficial de policía, quizás por su figura y por permanecer largo tiempo en pie, inmóvil, como si estuviera de guardia. En una fábula tupí, el picaflor compite con el tuyuyú para ver quién de ellos podia volar mayor distancia. El pequeño tomó la delantera pero, agotado, cayó al río. Cuando llegó la cigüeña le pidió que lo salvara, lo que hizo permitiéndole agarrarse de sus largas patas.
En un mito yuracaé (río Mamoré, Brasil), Tiri, el creador, descubrió que el yaguareté había comido a una persona, la fiera se excusaba diciendo que el sujeto ya estaba muerto por la picadura de una víbora. Entonces Tiri ordenó a Uacauan, la cigüeña, que matara a la víbora. Desde entonces las cigüeñas se comen a los ofidios. (Barbosa Rodrígues, 1890; Lehmann Nitsche, 1926).
Mocovíes Comenta Florian Paucke (2000) que los mocovíes fabricaban la siguiente artesanía: “mataban cigüeñas, rasguñaban la piel según el grosor del ave por el centro alrededor del cuerpo, sacaban la parte posterior con piel y plumas en forma que con todas éstas quedaran también las plumas de la cola, se la colocaban en la cabeza de modo que la cola quedara erecta. ¡Quién no reiría cordialmente ante esta figura o Mercurio indio! Pero ellos se ponían tan serios y lo mismo caminaban en esa forma por la aldea como si tuvieran sobre la cabeza el sombrero de castor más fino y más bello”.
La presencia de la cigüeña en los cuentos y leyendas criollas tiene una evidente contaminación proveniente de Europa, producto de la larga relación de sus civilizaciones con la especie de ese continente. Así aparecen la conocida fábula del zorro y la cigüeña que proviene del griego Esopo, la antigua leyenda alemana sobre las cigüeñas que traen a los recién nacidos en su pico, y también la cigüeña como ejemplo de amor filial, tal como lo cuenta Miguel Hernández (1872):
“La cigüeña, cuando es vieja, Pierde la vista, y procuran Cuidarla en su edá madura Todas sus hijas pequeñas: Apriendan de las cigüeñas Este ejemplo de ternura”
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