Periódicamente, las costas que baña el río Paraná sufren terribles inundaciones. El río crece, desborda defensas y causa enormes pérdidas, sufrimientos y penurias a los pobladores de la zona. Una leyenda toba trata de explicar esta furia aparentemente irracional del río. Ella cuenta que miles y miles de años atrás, cuando la nación toba era fuerte y poderosa, Tupá los había favorecido con buena caza y buena pesca. Pero habían crecido haciéndose temer de sus vecinos, y cada vez era mayor el territorio que ocupaban. Tupá no solo les había dado la seguridad del alimento abundante. También les dio leyes que el pueblo toba cumplía. Pocas prohibiciones había impuesto Tupá, pero estas debían ser respetadas. Les había dicho, por ejemplo, que eran dueños de cazar y pescar cuanto quisiesen, pero que no tocaran a Pirayú,1 el padre de las aguas, cuando este buscara el refugio de un palo borracho. Cierto día, el cacique venía con sus hombres por el río. Regresaban de intimidar a otra tribu para agrandar aún más su territorio. Llegaban ebrios de soberbia, sintiéndose invencibles dueños del mundo. De pronto, un resplandor dorado y un gran borbotón del río les indicó que Pirayú andaba cerca. Nuevamente vieron el chapotón, brillante, del gran pez. Y prepararon sus lanzas para fijarlo. 2 Pirayú fue más rápido y, cuando el jefe se disponía a demostrar que no solo en guerrear era el mejor, sino que saliendo a mariscar 3 también era superior, el gran pez lo burló. Como saeta dorada, escapó. Lleno de orgullo herido, el hombre lo persiguió; olvidando toda recomendación, solo pensaba en su presa. Pirayú llegó hasta un gran palo borracho florecido y se hundió en el vientre del árbol, creyéndose a salvo. Pero el cacique, enceguecido ante la pérdida, levantó su poderoso brazo y lo mató. El cielo se oscureció. Un rumor sordo creció entre las islas... El río hinchó su lomo marrón y del vientre del agua surgió un clamor que fue ahogando todo otro ruido. El río creció y creció. El cauce se desbordó arrastrando todo. Los indios comprendieron aterrados que Tupá castigaba duramente la desobediencia. La inundación duró varios meses. Cuando el río bajó, poco y nada quedaba del poderío toba. Han pasado montañas de siglos desde entonces, pero cuando el palo borracho se cubre de sus bellas flores, algunos ancianos recuerdan lo que sus abuelos les decían: "Llega la época en que el vientre de las aguas se hinchará enojado, recordando a todos el castigo impuesto por Tupá". Notas 1. Pirayú: pirá significa pez en guaraní, y yú, amarillo, dorado. Es el nombre del dorado en guaraní. 2. Fijar: es un tipo de pesca que no se hace ni con línea ni con anzuelo. Es algo así como "cazar el pez". La "fija" es una rama, o caña, tacuara, con una punta filosa tomada con un cordel. Cuando se fija el pez, la punta queda dentro del animal y se recupera tomando la caña que queda flotando, asegurada por la cuerda. 3. Mariscar: cobrar piezas vivas.
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