Según relatan los guaraníes, el “Zorzal” era un hombre joven que amaba a “Agüaí”. La misma naturaleza era testigo de este gran amor, el río, los montes, las aves, las plantaciones y sus flores, todo alrededor daban fe de este amor infinito.
Zorzal era un excelente cazador, de hecho conocía todos los secretos de la selva. Después de dedicarse a la caza, por las tardes paseaba con su amada y con su flauta dulce le hacia canción. Así pasaban los días y disfrutaban de su amor, pero lamentablemente no todos estaban conformes con esta relación y sucede algo inesperado.
El hechicero descontento convence al Cacique, alegando que vendrían desgracias al pueblo por culpa de aquel amor. Sin dudarlo agarran al joven guerrero y lo atan a un árbol, de inmediato comienzan las flechas que cayeron sobre el pecho de Zorzal y partiendo su corazón cae muerto.
Tristemente su pecho se tiño de rojo y su flauta cayó a la tierra, dejando en desconsuelo a la joven enamorada del guerrero. Sin embargo, al amanecer del día siguiente llega al lugar Agüaí, precisamente en el árbol donde lo ataron y le pusieron fin a su vida.
Pero para sorpresa de “Agüaí” se encuentra en el mismo árbol un ave que tenía su pecho rojo teñido en sangre y un sonido de flauta, como el canto de amor del joven guerrero. Entonces comprendió lo que hizo Tupa, esta Ave de pecho rojo y de dulce canto era su enamorado Zorzal.
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