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Foto del escritorBuen Dia Corrientes

Leyendas de Argentina: el Crespín


Les contamos 4 versiones

Esta es una de las leyendas más narradas en los cuentos de los chaqueños, que tiene como protagonistas a una pareja, al baile y al canto. Te contamos su historia.

Por: JANETTE LINARES


CRESPIN Y SU ESPOSA DURMISA


La leyenda del Crespín es una historia que es narrada y relatada en la provincia de Chaco. Se trata de una de las leyendas más apasionantes de esa provincia, y además ha servido de fuente de inspiración a muchos artistas locales y nacionales que han producido canciones en honor a este pájaro y a la leyenda urbana.

La leyenda cuenta que Crespín era un hombre bueno y trabajador. Su vida era tranquila, pero tenía una esposa llamada Durmisa que le gustaba mucho las fiestas, la música y sobre todo el baile. Cada vez que se enteraba de alguna fiesta, asistía, y bailaba hasta el amanecer.

Un año de abundante cosecha, Crespín tuvo que trabajar de sol a sol para poder terminar la siega y la trilla. Los días parecían eternos para él pero debía terminar de trabajar lo más pronto posible. Una tarde llegó a su rancho muy cansado y enfermo debido al esfuerzo que demandaba su tarea laboral, y Durmisa no le prestó atención ya que se encontraba bailando una danza.

Crespín seguía convaleciente y le pidió a su esposa que vaya al pueblo en busca de medicinas para que se pueda sentir mejor y así terminar de trabajar al día siguiente en la cosecha. Durmisa siguió bailando, pero por un momento se detuvo y se fue hacia el pueblo por los medicamentos, pero en el camino vio que en un lugar estaban de fiesta donde los vecinos del pueblo celebraban el fin de la temporada de la cosecha, entre bailes y bebidas. La esposa de Crespín no pudo contenerse y se quedó a bailar entre la multitud en el momento que escuchó que sonaba una zamba.

Entre bailes y más bailes, Durmisa se olvidó de su esposo enfermo. Luego de varias horas, unos vecinos que conocían a Crespín se acercaron a ella para avisarle que tenía que volver al rancho a ver a su esposo ya que se encontraba moribundo, pero ella les respondió que la vida es corta para bailar y larga para llorar, y siguió bailando sin preocupación alguna.

Cuando terminó la gran fiesta, ya al amanecer, Durmisa regresó a su hogar y no encontró a Crespín, lo buscó desesperada gritando ¡Crespín…Crespín!, y su esposo no respondía, no estaba allí. No se conformó en buscarlo en su hogar así que partió hacia los trigales, invadida por el remordimiento, y ya con poco aliento seguía llamándolo a su esposo, en un momento ya se sentía sin voz, y le suplicó a Dios que le diera alas para facilitar su búsqueda, sin saber que Crespín ya había muerto y unos vecinos solidarios lo habían velado y enterrado. Es por ello que la leyenda chaqueña cuenta que a Durmisa le crecieron alas y se convirtió en un solitario pájaro que sigue buscando a su pareja, y en su canto exclama: ¡Cres...pín...Cres...pín!

Crespín: el ave solitaria El crespín (Tapera naevia) mide aproximadamente 28 centímetros. Es llamativo por su copete oscuro. Tiene la cola larga y escalonada. Sus plumas son grises, tiene cejas blancas que se prolongan hasta la nuca y su pico es de color amarillo.

Esta ave habita bosques chaqueños, sabanas arboladas y en zonas selváticas. Es común en bosquecillos de acacia. Su canto, es inconfundible porque repite con insistencia durante horas e incluso de noche: “cres… pin” o “sé… sí”, también se lo oye se lo oye. Canta desde la copa más alta de los árboles. Muchas veces pasa desapercibido ya que por el color de las plumas se lo puede confundir con los troncos de los árboles, y además permanece quieto, sin manifestar ningún movimiento, y puede estar así por largas horas. Otra característica importante de este pájaro es que el Crespín es un ave solitaria.

Canciones en honor al Crespín (chamamé) Héctor Chávez produjo la canción “Tristeza del crespín”. El artista es de Concepción de la Sierra, Misiones. Comenzó en el mundo de la música muy joven, rodeado de su familia. A finales de la década del 40 viajó a Buenos Aires para buscar nuevos rumbos. Se fue abriendo paso hasta que se sumó a la “Embajada Cartelera Correntina”, donde conoció a Paquito Ubeda. Pasó por distintas formaciones, incluyendo el conjunto de Mario del Tránsito Cocomarola. Más tarde, ya en la década del 60 formó el conjunto Ubeda-Chávez. Partes de esas grabaciones son rescatadas después por el Chango Spasiuk, entre otros artistas.

Por último, cabe recordar que el 7 de febrero de 1991 fue registrado en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) el tema “Tristeza del crespín”. Este tema ha sido grabado muchas veces. Una de las versiones más conocidas está en el disco de Héctor Chávez y Ada Azucena bajo el título “Identidad chamamecera”, y la música pertenece a Chávez.

Fecha de Publicación: 07/07/2022 serargentino.com


LES CONTAMOS OTRA VERSION: LOS HERMANOS CRESPIN Y CRESPINA

crespín es un ave no mayor que un gorrión, de alas cortas y larga cola.

Se lo encuentra en tiempos de la cosecha de trigo en el noroeste y centro de nuestro país, Argentina. Su canto denota cierta tristeza que parece decir: -¡Crespin!, ¡Crespin!-.


Esta leyenda tiene varios relatos, vayamos por el otro.

Cuentan los abuelos sabios que, en el norte, en medio del monte, vivía una anciana con sus dos nietos. Sus nombres eran Crespín y Crespina. Ellos eran mellizos.

Un día, la abuela enfermó de repente y como era una viejita sabia, supo que lo único que podía aliviar su mal, sería la miel que producen unas abejitas debajo de la tierra.

Ella conocía muchos secretos del monte y que donde hay muchos animales salvajes, se podía encontrar la dulce sustancia.

El monte era un lugar peligroso para el que no lo conocía, sin embargo, les pidió a sus nietos que era menester conseguirla, pues era lo único que podría salvarla.

Crespina tenía miedo de internarse en el monte y los peligros que debería enfrentar por lo que le encargó a Crespín buscar la miel.

Al día siguiente Crespín saludó a su hermana, se despidió de su abuelita, les dio un cálido abrazo y se fue.

Caminó todo el día y por la noche aún no la había encontrado.

Mientras él buscaba la ansiada miel, su querida abuela dejaba este mundo.

Crespina quedó muy triste y sola en el rancho, no sabiendo que hacer y después de llorar mucho, se sentó en un rincón y abrazando la pañoleta de su abuela se quedó dormida.

Al otro día, apenas amaneció, ella despertó aterrorizada y luego salió gritando hacia el monte buscando a su hermano.

Deambuló día y noche, llamando a Crespín a viva voz, así estuvo andando y gritando: -¡Crespin!, ¡Crespín!-.

Luego desfalleciente por el cansancio, triste y absolutamente sola, muy hambrienta y llena de temor se trepó a un árbol diciéndose a sí misma: "si yo fuera un pájaro iría volando para buscar a mi querido hermano".

Si bien estaba muy débil, seguía musitando: ¡Crespín!, ¡Crespín! hasta que el cansancio la venció y se quedó dormida.

Por la mañana, y como había sido su deseo, su cuerpo volátil y liviano, ahora transformado en ave, abriendo sus alas y echándose a volar sin dejar de llamar a su hermano.

Por eso, aún hoy en día, se puede escuchar el fuerte llamado de ¡Crespín!, ¡Crespín!. Identidad Cultural


Otra versión CHE SY ... CHE SY .... (MI MADRE... MI MADRE)


También desde niños nos transmiten a menudo que el crespín expresa en idioma guaraní “che sy”, mi madre, lo que al decir de las costumbres es un ave que llama a su madre. El hecho de que se lo oiga en el mes de noviembre, cuando las comunidades recuerdan a sus familiares fallecidos, lo hace aún más conmovedor.

Dicen que era un muchacha que vivía enloquecida por la música con un enamoramiento que perturbaba su imaginación y dominaba su voluntad. No faltaba a ninguna reunión donde pudiera escuchar las melodías del arpa o la guitarra. Allí estaba ella, muchas veces abandonando a su anciana madre, siendo la única que podría darle atención. Cierta vez, achacada por sus dolencias la madre le pidió que fuera a buscar a alguien que pudiera curarla o que consiga algún remedio para la fiebre que la consumía. Salió la hija con una canción en la boca, camino del propósito que llevaba, se encontró con una bulliciosa reunión, amenizada por arpas y guitarras, solamente unos momentos para disfrutar el jolgorio, bailando de paso un par de polkas.

Pasaron las horas y ella seguía en la alegre velada. No podía romper el hechizo que la tenia atrapada como por encantamiento. Entusiasmada, accediendo a los requerimientos de los presentes continuo en la reunión.

Estaba embriagada de música y alcohol!. En la divertida fiesta, donde todos la convidaban con un trago, la muchachita estaba hipnotizada por los compases musicales y por el baile, sin poder desprenderse del grupo. Largas horas pasaron hasta que alguien, alguna vecina, vino a informarle que la madre había fallecido. Ella perdida en los efluvios alcohólicos, dijo: bailemos…. bailemos… la vida es corta para divertirse y es larga para llorar.

Cuando llego la claridad del alba recién emprendió el camino de regreso al hogar. Al llegar se encontró con la dramática y cruda realidad. Obnubilada aun por la bebida, solo atinaba a decir: che sy… che sy… (mi madre …. Mi madre..) sin poder liberarse ni del embrujo de la música ni del remordimiento que ahora la agobiaba. Por momentos hasta deformaba los sonidos diciendo chochi, chochi..

Así quedo durante horas, sin encontrar consuelo. Fue consumiendo sus fuerzas hasta quedar agotada, tumbada en el suelo. Poco a poco, se convirtió en una pequeña y tímida avecilla que luego viviría por los montes, escondida entre el follaje tratando de que no se la vea, para ocultar la vergüenza por su mala acción.

Sus constantes llamados: chochi , chochi o para algunos: che sy che sy , no es trino, ni silbo, ni canto, es una quejumbre que se ahoga en la garganta de la avecilla entristecida.

Andando por los montes, no es raro escuchar a su queja en sordina: chochi, sobreviene una pausa y luego otro: chochi…, que produce en quienes las oye una sensación de tremenda soledad y tristeza. Sim embargo, no ha quedado aislada por esas frondas, se ha hecho ciudadana y es posible oírla, de vez en cuando en los arboles de la ciudad.



LA VERSION DE LOS HERMANOS INDIECITOS


Ambos eran pequeños (indiecitos) y les gustaba salir a la siesta a recorrer los Montes y subir a los árboles a comer frutas y miel un día este pajarito siendo humano se escondió de su hermano que le pidió para que le ayude a subir a la copa de un árbol por qué solo no podía y al llegar a la copa del árbol este se bajó se escondió y dejo solo a su hermano en el árbol y el volvió a su aldea al llegar la tarde y ver que su hermano no regreso el volvió a entrar al monte para buscar a crespín en la copa del árbol desde ahí nunca más lo hallo y el tupa (Dios) lo castigo convirtiendo lo en ave ya que le gustaba andar en la copa de los árboles y en castigo a qué abandono a su hermano llamado crespín.

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